13 de febrero de 2010

CRÍTICA: Transeúntes del siglo XX, de Jorge Eliécer Pardo. Carlos Perozzo.


















Portada de Darío Ortíz Robledo

















Edición de la Alcaldía de El Líbano

TRANSEÚNTES DEL SIGLO XX DE JORGE ELIÉCER PARDO
PASAJEROS DE UN SIGLO VENCIDO
Por Carlos Perozzo
Agosto 2 de 2007
Transeúntes del siglo XX, marca un momento especial en la trayectoria literaria de J.E. Pardo, pues se trata de un volumen de cuentos, donde la realidad surge en cada página, con una inmediatez inquietante, recreándose a sí misma, emergiendo de la mano del autor desde el fondo de las zonas profundas del espacio tiempo, un espacio donde viven y crecen los temas de sus relatos, temas corrientes de la vida social, con personajes corrientes inscritos en situaciones conflictivas, de las cuales despegan por su calidad humana; y sobre todo por su tratamiento literario. Desde este punto de partida, los relatos arriban a la vida literaria y alcanzan un desarrollo lleno de matices vívidos y convincentes que hacen resaltar la importancia que tiene lo común y corriente, en la vida del ser humano. Pero también la manera como el hombre, se siente perdido y desligado en la jungla de sus contradicciones y enfrentamientos con su realidad frente a la de los otros. En mi opinión es allí donde reside parte de su valor literario, cuya vivencia se trasmuta en un constante cúmulo de caídas y reivindicaciones, donde el escritor se juega el apasionado destino de su obra.
Modos y maneras de un mundo donde sus personajes habitan una geografía en ocasiones alucinante, o soportan aquello que a menudo solemos llamar una desgracia.
Transeúntes del Siglo XX es una obra donde el autor ha reunido sus cuatro libros de cuentos y relatos publicados en años anteriores, que se van proyectando unos sobre otros, para conformar un volumen, al que su autor le ha conferido su destino literario como depositario de la belleza, la furia o el drama de los cuerpos, bajo la implacable tarea de Cronos, sin posibilidad de escape.
En el transcurso de aquella época en la que reinó lo que se llamó boom de la literatura Latinoaméricana, el cuento tuvo con respecto la novela, un lugar que si bien no podríamos llamar secundario, tampoco se le dio ni se le concedió la importancia que ocupaba de por si, por cuenta de su capacidad para llegar a un numeroso público, que por su entorno social y sus diversas circunstancias, no tenían acceso a otro tipo de lectura.
El cuento en sus variadas formas constituyó desde sus inicios, en nuestro ámbito cultural, la lectura preferida de los sectores populares, que gozaron con las creaciones de autores cuyo periplo recorre desde el golpe del cuento breve y hasta brevísimo, junto a un verdadero despliegue de formas diversas como el apólogo, el relato oral, la parábola, el epigrama y hasta el minicuento o minirrelato, formas que revelan la importancia de tales variantes en la reflexión textual.
Desde fines del siglo XIX cuando comienza a perfilarse su poética, el cuento latinoamericano ha ido evolucionando, ya desde la actitud selectiva del Modernismo, ya desde la necesidad documental del relato naturalista. Luego, a lo largo de todo el continente, dos generaciones de narradores criollistas y algunos a quienes bien podríamos nominar como postmodernistas –identificados en cierta medida con el vanguardismo, pautan con diversa fortuna literaria, su desarrollo y jalonan el itinerario del género. Por esa época aparecen algunos escritores de gran talento contándose entre ellos, al guatemalteco Rafael Arévalo Martínez (1884-1975) Y el valioso escritor uruguayo Horacio Quiroga (1878-l937) entre otros muchos, que inauguran la modernidad del cuento Latinoamericano.
Desde ese momento hasta la renovación que se produce al rededor de l940, los escritores de esta parte del mundo, crean una avalancha cuentística, donde se confunden temas y estilos, mientras las diversas tendencias y grupos fueron señalando el camino de su calidad literaria,
Calidad que se hace evidente en las creaciones de Jorge Luis Borges y Julio Córtazar, de Juan José Arreola y Juan Rulfo, de Alejo Carpentier y Virgilio Piñera, para señalar solo a unos cuantos y a un momento dado de la historia del cuento latinoamericano, calidad cuyo ímpetu ejerce gran influencia en la creación de los nuevos cuentistas que llegaron después del cual hace parte Pardo.
Al respecto quiero señalar como ejemplar, ese cuento cuyo título da nombre al tercer libro, La octava puerta, y el magnífico, Pasajero de sueños, en cuyo fondo son visibles los sobresaltos de la conciencia y la atmósfera densa en que se mueven sus personajes, a través de la honda sencillez de su lenguaje, características de esta etapa donde cada uno de esos cuentos crea el espacio que configura la voz narradora, y ésta la capacidad del juego, la gestualidad, los múltiples matices que dan forma y significado a las palabras, y estas a la totalidad de los cuentos.
Tradicionalmente se ha insistido en la doble vertiente en la narrativa latinoamericana del siglo XX: Vanguardismo y realismo en sus múltiples variantes: la corriente vanguardista, surge con los cambios sociales y las nuevas tendencias filosóficas y científicas anteriores a la primera guerra mundial: formas más dinámicas, expresión de lo subjetivo, trascendencia de lo real sensible, son las premisas de las expresiones que luego se configuran como cubismo, futurismo, dadaísmo, surrealismo, creacionismo y ultraísmo.
Estas novedades influyen en el cuento vanguardista latinoamericano—observa María Teresa Bella, poeta y crítica literaria mexicana y agrega: “El escritor intenta la expresión de una intuición poética de la realidad, no solo a través del estilo sino también de la estructura misma del relato; los personajes , distanciados de una realidad concreta, se revelan como símbolos; el tema y su formalización se precipitan hacia lo irracional y evanescente.” Los cuentos de Jorge Eliécer, no son ajenos a estas intentos, que como en la obra de la mayoría de los escritores de esta época, resultan positivas y contribuyen a la exploración de las conexiones que existen entre lo cotidiano y lo insólito.
Tal y como sucede en algunos personajes de Pardo, sobretodo en los de su primer libro, tal el periodista del cuento El abrigo, y el personaje apodado rockola, de su segundo libro, titulado muy acertadamente Las pequeñas batallas, ya que el valor literario que tienen estos cuentos es precisamente mostrar la trascendencia de lo que aparentemente no tiene importancia. Por ejemplo el relato titulado Rockola, narra los avatares de ese aparato para reproducir música, y a lo largo de la narración, el artefacto va adquiriendo una especie de autosuficiencia que le otorga características humanas, mientras sus dueños se van convirtiendo a su vez en máquinas cada vez más sumisas, hasta llegar a una especie de esclavitud ante las exigencias del aparato.
De aquí en adelante, los cuentos de la última época, exhiben la transparencia de una prosa límpida y de un estilo que cada vez cava mas hondo en la condición humana de los personajes, víctimas de la humillación, la violencia y la crueldad que son como una constante desde el libro Las primeras palabras, y sesgadamente en el titulado Amores digitales. Nos encontramos con un común denominador: una prosa ajustada y transparente, que bucea en el misterio de la vida, y cuyas descripciones siendo ajenas a cualquier concesión sentimentalista, plasman las emociones humanas, mediante el empleo de un lenguaje que se apoya en lo poético, y logra realizar la fusión entre realidad y lenguaje, cuestión bastante ardua de conseguir sobre todo en el espacio limitado del cuento.
Transeúntes del siglo XX reúne 62 relatos, un trabajo que abarca una parte importante de la vida de un escritor, que además ha frecuentado la novela, y otros ejercicios literarios pone de relieve la importancia que la literatura ha jugado en su vida. Leyendo los cuentos de Transeúntes del siglo XX, se tiene la impresión de que su ámbito literario va dibujando en nuestra lectura la línea de una tensión que sabe hasta donde llegar; que sabe con quien trata en la soledad de sus indagaciones. Hay una pluralidad de voces asordinadas, de vacíos parlantes que delatan la soledad del propio ser dividido; se intuye la posibilidad de penetrar el mundo mediante un oficio riguroso que aúna el compromiso con la realidad y la preocupación formal del estilo y la estructura. En uno y otro caso, se puede detectar un tono de crítica social, velado en ocasiones por el hilo de una ironía que apunta al enigma de nuestro tiempo: el intento de descifrar la razón de esta maquinaria implacable que es la realidad y que en el caso de Jorge Eliécer Pardo no llega al escepticismo total, gracias a su talante de narrador que mantiene en alto su convicción de que escribir es un placer a su modo y en si mismo, cuando se es capaz de redondear una historia, que deje al espacio y al tiempo suspendidos entre la gama de registros literarios que el escritor moviliza. Y llegue a ese momento en que se advierte que el autor logra que la condición humana sea comprendida, y se comprueba que es entonces y sólo entonces, cuando el artista ha realizado su oficio.
Novelista y dramaturgo colombiano


TRANSEÚNTES DEL SIGLO XX reúne 60 cuentos escritos por Jorge Eliécer Pardo entre los años 1970 y 2000. La mayoría aparecieron en sus cuatro libros: Amores digitales (2004); Las pequeñas batallas (1997); La octava puerta (1ª edición, 1985; 2ª 1986; 3ª 1987; 4ª 1994); Las primeras palabras (1973). Varios relatos incluidos en antologías, revistas y periódicos, se publican por primera vez. Algunos han sido traducidos a otros idiomas.

En 1973 el escritor Policarpo Varón afirmó que en los cuentos de Las primeras palabras “se revela la actitud característica de la más reciente y mejor narrativa de Colombia en este momento”.
En 1986 el crítico Hernando Motato escribió a propósito de La octava puerta: “este libro lo lleva a uno de la mano por lugares insondables, recreándole la ilusión de unas tierras encantadas por la magia de su lenguaje poético. Por sobre todo, hay goce estético en el acto de la expresión, en la descripción de los ambientes, de los personajes y en la frase que obliga también al lector a inventar”.


En 1997 Luis Javier Morales dijo de Las pequeñas batallas: “aquí se cuentan las contradicciones de la generación proveniente de los años 60. Un libro que puede leerse como texto de relatos o como novela tejida por capítulos-cuentos. Música, política, literatura, amor y muerte son algunos de sus temas recurrentes”.
En el 2004 se dijo de Amores digitales que es un pequeño libro donde la tecnología y la informática determinan al hombre de hoy.
TRANSEÚNTES DEL SIGLO XX, recoge así, por primera vez, treinta años de producción cuentística de Jorge Eliécer Pardo.

LANZAMIENTO DE TRANSEÚNTES DEL SIGLO XX
Intervención del escritor Alberto Duque López


Intervención del escritor Fernando Ayala Poveda


INTERVENCIÓN DEL CINESTA JORGE MORA
EL PROFESOR NORTEAMERICANO OLLIE OVIEDO
EL PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE OSLO NELSON GONZÁLEZ
EL PROFESOR FRANCISCO OCHOA
EL ESCRITOR CARLOS ORLANDO PARDO



INTERVENCIÓN DEL PINTOR JORGE AVELLA
Y DEL ESCRITOR JORGE ELIÉCER PARDO


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